jueves, 7 de abril de 2016

"Me atrae esta película porque conserva el espíritu de Roberto Bolaño". Entrevista a Rutger Hauer

Por Rodrigo González M.

La Tercera, Chile. 31.12.2011




Es un actor del mundo. Un holandés errante. Durante el 2011 actuó en 12 películas y sus rodajes lo hicieron viajar de Polonia a Canadá, de Sudáfrica a Indonesia y de Hungría a Italia, por ejemplo. Rutger Hauer, el actor holandés de 67 años, que en 1982 logró que su rostro amenazante, sus ojos celestes y su pelo platinado se hicieran mundialmente conocidos como el replicante Roy Batty en Blade Runner, ahora está en Chile filmando la parte final de la película El futuro, de Alicia Scherson. Y no es un filme más de la directora de Play. Por el contrario, se trata de su adaptación de Una novelita lumpen, de Roberto Bolaño.

"Para ser sincero, no tenía demasiada idea de qué era Chile antes de llegar a este proyecto. Pensaba que la música era lo más importante acá, como cuando uno va a Panamá y escucha y ve el ritmo por todas partes. Pero no. Es un país, por lo poco que he visto, de palabras y de literatura. Es una sensación, no lo puedo explicar. Sólo es lo que percibo", dice Hauer, que acaba de personificar al pintor flamenco Pieter Bruegel en The mill and the cross y al legendario cazavampiros Abraham van Helsing en Drácula 3D, del maestro del horror italiano Dario Argento.

"Ha sido uno de los años más duros de mi vida, muchísimo trabajo, pero al mismo tiempo uno de los más interesantes", dice mientras se reclina en una silla del salón de fumadores del Hotel Crowne Plaza, donde se alojará por el par de semanas que dure su parte en El futuro. En el filme, con estreno para el segundo semestre de 2012, interpreta a Maciste, un ex campeón italiano de fisicoculturismo y estrella de películas de cine B, que ya solo, viejo y ciego, recibe en Roma la compañía ocasional de la joven Bianca (Manuela Martelli).


¿Por qué se involucró en el filme?
Por cuatro básicas razones: la novela, el guión, la directora y los actores. La actriz principal, Manuela Martelli, es muy buena: lo he comprobado en los ensayos. Se esfuerza, no se toma nada a la ligera. Y la directora, Alicia Scherson, es talentosa, respeta la novela original y no trata de transformarla a su antojo. Y, en fin, la obra de Bolaño es notable: está escrita como en papel de lija. Es dura, áspera, sin concesiones. He tratado de buscar más novelas de él, pero como paso viajando me cuesta mucho ir a alguna librería. Esta, Una novelita lumpen, la leí en alemán, ni siquiera está en inglés.

¿Qué le interesa de su personaje, Maciste?
Bueno, el tipo está ciego. Es una suficiente razón para que ya tenga interés. Y es difícil de hacer: desviar la mirada de todo el mundo, de las cámaras, pero al mismo tiempo no lucir como un idiota es algo complicado. Eso me motiva. Espero crear un personaje que no se haya visto antes. Además, se trata de tener una relación con esta chica, con Bianca. Una conexión que empieza como meramente funcional y luego se torna más tierna, sin que eso signifique sentimentalismos, ni llantos, ni nada de esos recursos bajos. Si hay algo que no soporto es andar gimiendo en las películas. Eso es fácil: lo complicado es conmover con la justa emoción, con la templanza.

¿Qué recuerdos tiene de Blade Runner, la película que lo hizo conocido en 1982?
Blade Runner es una gran película y mi primera experiencia exitosa en el cine estadounidense. Estuvimos rodando cerca de cinco meses. La última escena, aquella en que mi personaje del replicante muere y le salva la vida a Harrison Ford fue curiosa: esa parte del guión tenía cerca de 25 líneas, pero para mí no funcionaba así. Era demasiada pompa, mucha ópera, sobraba texto. Para mí, el replicante sólo tenía que decir lo justo y aquello, a mi juicio, era: "Todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia. Tiempo de morir". Afortunadamente, me quede sólo con ese diálogo. Pocas veces en la vida de un actor existe la posibilidad de crear un lazo tan fuerte con el guión. Con esa película lo hicimos.